jueves, 15 de septiembre de 2011

JM Santos y Uribe saben que muchxs colombianxs todavia se chupan el dedo

Se me saltan las lagrimas de felicidad al saber que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos y su equipo de gobierno en tan solo un año han conseguido reducir la pobreza y la miseria de forma ESPECTACULAR. Lo único que han tenido que hacer es cambiar la metodologia para medir cuando se es o no pobre. De esa forma en los próximos 3 años ya no habrá ni un pobre en Colombia; y con la misma metodologia podrá acabar con los problemas que azotan el país; la corrupción, el narcotráfico, la violencia, el desempleo, el atraso en obras de infraestructura, las inundaciones, etc.
Esperemos que la academia tome nota y le den, no uno, sino varios premios nobel por tan magnifica labor. Y pensar que creiamos que los casi 900 billones de pesos que se gastó Álvaro Uribe Vélez en 8 años, modernizando Colombia y dandole ese gran prestigio internacional, que envidiaria cualquier país vecino, era ya llegar a la cima de la excelencia. Con razón es que la popularidad de este par de prohombres nunca baja del 80%.


http://www.semana.com/nacion/pobreza-teoria-realidad/164135-3.aspx
La pobreza: de la teoría a la realidad

Las cuentas de tres familias de estratos bajos con ingresos superiores a 760.000 pesos y encontró que aunque ya no son pobres para el Gobierno, viven al límite y en medio de restricciones.
La nueva metodología que Colombia adoptó para definir cuántos pobres tiene trajo más de un malestar, incluso dentro del mismo Gobierno. Decir que una familia de cuatro personas puede tener lo básico para vivir con 760.000 pesos, es decir 190.000 por cada uno de sus integrantes, fue calificado por el vicepresidente Angelino Garzón como una “ofensa para la gente pobre”.

En esta semana el tema no ha dejado de ser debatido. Para el ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, la nueva medición de la pobreza “era absolutamente necesaria” y es producto de un trabajo riguroso y serio que realizó la Mesa de Expertos (Mesep) compuesta por la Cepal, el Banco Mundial, el Dane, Planeación Nacional y académicos.

Para el ministro de la Protección Social, Mauricio Santa María, la medida es válida porque tiene la misma metodología que usan otros países y, técnicamente, le permitirá a Colombia compararse para saber qué tanto avanza o retrocede en la materia.

Con la nueva medida los pobres hoy son menos. Pasó del 45,5 por ciento al 40,2 por ciento en el 2009 y del 44,1 por ciento al 37,2 por ciento en el 2010. Es decir, que pasaron de cinco por cada diez habitantes a tres por cada diez.

Aunque la cifra disminuye, decir que el 37,2 por ciento de los colombianos no tienen los ingresos suficientes o viven con lo mínimo, en un país cuyo crecimiento económico pasó del 1,7 en el 2001 al 4,3 en el 2010, demuestra que los problemas de desigualdad son muy graves.

“Acá el tema es la mala distribución de los recursos y eso no se ha discutido. La desigualdad es aterradora: sigue habiendo escuelas para niños ricos y para niños pobres. Eso perpetúa la pobreza. Tener el 37,2 por ciento de pobreza es dramático”, asegura César Caballero, exdirector del DANE.

Si el tema es compararse con otros países, Colombia no tiene el mejor indicador. Estados Unidos reveló esta semana que tiene el 11,7 por ciento de pobreza, el peor en los últimos 20 años.

Comparado con países latinos, según la CEPAL, Colombia en el 2009 aún con la nueva medición se mantenía por debajo de países como Argentina (11,3 por ciento), Brasil (24,9 por ciento), Chile (11,5 por ciento), Panamá (26,4 por ciento) y Perú (34 por ciento).

Los pobres que no son pobres

Para César Caballero, que Colombia tenga certeza de cuál es el indicador de pobreza es clave para saber hacia qué población enfocar sus políticas. Sin embargo, aclara que “no quiere decir que las familias que reciben más de 760.000 pesos sean boyantes o que estén bien. Nada más alejado de la realidad”.

Ejemplos sobran. Semana.com contactó a familias de bajos estratos para conocer sus ingresos y sus gastos, y queda claro que aunque ya no son pobres para el Gobierno, no tienen su necesidades básicas satisfechas: en los tres casos, estos hogares restringen alimentos como la carne y la fruta, no tienen cómo pagar un colegio privado, no cotizan a pensión, el nivel académico de sus integrantes no supera el bachillerato, no tienen actividades de diversión y tampoco ahorran, realidad que les impide adquirir bienes para mejorar su calidad de vida, por ejemplo, una vivienda.

“Ni siquiera para ir a un parque. Como vivimos lejos, tenemos que pagar mínimo diez pasajes de bus (14.000 pesos). Y cuando llegamos si los niños se antojan de un dulce, pues no se puede. Mejor nos quedamos en la casa”, cuenta Pilar, quien gana entre 600.000 y 800.000 pesos mensuales haciendo el aseo por días en casas. Tiene seis personas a su cargo.

Y aunque en todos estos casos los menores de edad estudian, lo hacen con limitaciones: sus colegios no son de la misma calidad del de un niño de estrato cuatro o más, caminan para ahorrar el pasaje del bus y apenas destinan 2.000 pesos diarios para gastos de fotocopias, cartulinas y horas en un café internet para hacer sus tareas.

“En mi caso, mi hijo no lleva onces ni plata. Él sabe que no hay para más”, cuenta Astrid, recepcionista que devenga un salario mínimo.

La pregunta para Cecilia López, economista y exministra de Agricultura, es qué va a pasar con familias como estas que viven al límite, que no son pobres según la nueva metodología, pero que tampoco tienen la capacidad para subsistir si no es con la ayuda del Estado.

En los hogares consultados por Semana.com no todos están en el régimen contributivo de salud y los niños van a colegios oficiales. “Yo tengo afiliado a salud a mi hijo, pero mi mamá y mi hermano están por el Sisbén, porque para afiliarlos me toca pagar 60.000 por cada uno”, agrega Astrid.

Para la exministra, es “grave” que también se mida la pobreza tomando en cuenta los subsidios que da el Estado. “¿Qué tan sostenible es eso para un país desde el punto de vista fiscal? La gente sólo deja de ser pobre cuando tiene la capacidad de generar ingresos y puede tener rentas”.

López critica de tajo el nuevo método para definir la línea de pobreza. No cree en el argumento del Gobierno de que la metodología servirá para medirse con otros países, porque no es lo mismo un pobre en Estados Unidos que uno en Colombia.

“No ayudará para una política pública. Todo se va a concentrar en los pobres e indigentes, y ¿qué va a pasar con el resto que tampoco tiene una vivienda y un trabajo decentes, una alimentación balanceada e hijos con buena salud y educación?”.

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